Los amigos están en todas partes
En cualquier lugar, allí donde vayamos, siempre hay personas desconocidas, y cualquiera de ellas podría llegar a entablar una amistad con nosotras.
No caminemos por la vida escudándonos y evitándonos unos a otros, porque podríamos estar perdiendo la oportunidad de formar una hermosa amistad con quien menos lo esperábamos.
Estemos siempre dispuestas a tender una mano amiga y a dar una oportunidad a las personas con quienes nos encontramos día a día.
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No hay nada que asuste más que enfrentarnos a nuestros propios miedos y debilidades. Muchas veces nos disfrazamos de robles cuando lo que tenemos en nuestro interior se derrumba: escodemos nuestro lado flaco tras acciones intransigentes que nos hacen olvidar que como seres humanos tenemos defectos, tristezas, dolores y heridas que no pueden disfrazarse en un olvido crónico que nos hace creer que somos las únicas mujeres en este planeta que tienen vicisitudes.
Pero todo es mentira: nuestros dolores también los han sentido otros corazones que desde el silencio han llorado y han soportado las difíciles pruebas del camino: nuestra vecina, nuestra conocida, esa extraña que ves en la calle también ha sufrido, también ha sido presa de la desesperación.
Andamos por las calles con navajas en el alma, prevenidas de todo posible ataque que la gente nos pueda ocasionar, por ello es que vivimos en decadencia, por ello es que vivimos entre lágrimas y errores, por ello es que vivimos entre guerras, insultos y oprobios…
- Qué es más fácil: ¿hacer enemigos o amigos? ¿Insultar y gritarle a quien hace un comentario que nos agrede o quedarse en silencio y después preguntar el por qué del sentimiento de ira? ¿Golpear o corregir con paciencia y amor? ¿Salir huyendo o quedarse a luchar? ¿Discutir con quien nos hace una crítica o aceptar con humildad su consejo? ¿Destruir o construir? ¿Rechazar o aceptar? ¿Pelear o tolerar?
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