Soñaba que estaba haciendo una entrevista a Dios.
- ¿Así que quieres entrevistarme?
—Bueno, le contesté, si tienes tiempo...
...
- ¿Así que quieres entrevistarme?
—Bueno, le contesté, si tienes tiempo...
...
Se sonríe y dice:
—Mi tiempo se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿qué preguntas quieres hacerme?
—¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?
—Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños. Que primero pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para recuperar la salud. Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que no viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido.
Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio.
Después de un largo tiempo, le dije:
—¿Me dejas hacerte otra pregunta?
No me respondió con palabras, sino sólo con la ternura de su mirada.
—Como Padre, ¿qué es lo que le pedirías a tus hijos?
—Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden hacer es dejarse amar.
Que aprendan que lleva años construir una confianza y sólo segundos destruirla.
Que aprendan que no es bueno compararse con los demás.
Que el rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán.
Que bastan unos pocos segundos para construir heridas profundas en las personas que amamos,
y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.
Que aprendan que perdonar se aprende practicando.
Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo.
Que los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado uno, ha encontrado un
verdadero tesoro.
Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros; algunas veces deben perdonarse a sí mismos.
Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.
Que de lo que siembran, cosechan. Si siembran chismes, cosecharán intrigas; si siembran amor, cosecharán felicidad.
Que aprendan que la distancia más lejos que pueden estar de Mí es la distancia de una simple oración...
Y que sepan que estoy con ellos siempre.
Y así, en un encuentro profundo, continuamos en silencio.
—Mi tiempo se llama Eternidad y alcanza para todo; ¿qué preguntas quieres hacerme?
—¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres?
—Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños. Que primero pierden la salud para tener dinero y después pierden el dinero para recuperar la salud. Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que no viven el presente ni el futuro. Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido.
Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio.
Después de un largo tiempo, le dije:
—¿Me dejas hacerte otra pregunta?
No me respondió con palabras, sino sólo con la ternura de su mirada.
—Como Padre, ¿qué es lo que le pedirías a tus hijos?
—Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden hacer es dejarse amar.
Que aprendan que lleva años construir una confianza y sólo segundos destruirla.
Que aprendan que no es bueno compararse con los demás.
Que el rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita.
Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlarán.
Que bastan unos pocos segundos para construir heridas profundas en las personas que amamos,
y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.
Que aprendan que perdonar se aprende practicando.
Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo.
Que los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado uno, ha encontrado un
verdadero tesoro.
Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros; algunas veces deben perdonarse a sí mismos.
Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen.
Que de lo que siembran, cosechan. Si siembran chismes, cosecharán intrigas; si siembran amor, cosecharán felicidad.
Que aprendan que la distancia más lejos que pueden estar de Mí es la distancia de una simple oración...
Y que sepan que estoy con ellos siempre.
Y así, en un encuentro profundo, continuamos en silencio.
Hermosisimo y muy cierto.
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