No hay huellas de tus pisadas Porque te llevo en mis brazos…



En una noche estrellada
Que con Jesús caminaba,
Junto a la orilla del mar
Bajo una luna plateada.

Soñé que veía en los cielos
Mi vida representada,
En una serie de escenas
Que en silencio contemplaba.

Dos pares de firmes huellas
En la arena iban quedando,
Mientras con Jesús andaba
Como amigos conversando.

Miraba atento esas huellas
Reflejadas en el cielo,
Pero algo extraño observé
Y sentí gran desconsuelo.

Observé que algunas veces
Al reparar en las huellas,
En vez de ver los dos pares
Veía solo un par de ellas.

Y observaba también yo
Que aquel solo par de huellas,
Se advertía mayormente
En mis noches sin estrellas.

En las horas de mi vida
Llenas de angustia y tristeza,
Cuando el alma necesita
Más consuelo y fortaleza.

Pregunte triste a Jesús
Señor… Tú haz prometido,
Que en mis horas de aflicción
Siempre andarías conmigo.

Pero noto con tristeza
Que en medio de mis querellas,
Cuando más siento el sufrir
Veo sólo un par de huellas.

¿Dónde están las otras dos?
Que indican tu compañía,
Cuando la tormenta azota
Sin piedad la vida mía.

Y Jesús me contestó
Con ternura y comprensión,
Escucha bien hijo mío
Comprendo tu confusión.

Siempre te amé y te amaré
Y en tus horas de dolor,
Siempre a tu lado estaré
Para mostrarte mi amor.

Más si ves solo dos huellas
En la arena al caminar,
Y no ves las otras dos
Que se debieran notar.

Es que en tu hora afligida
Cuando flaquean tus pasos,
No hay huellas de tus pisadas
Porque te llevo en mis brazos…

Anónimo


 

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